07 May
07May

Gaza, de la indignación al limbo del olvido


Adriana Rossi 5/5(2025


Los escombros se suman a los escombros, los bombardeos a los bombardeos, los muertos a los muertos en una guerra que terminó declarándose contra la población civil de un territorio habitado por unos 2 millones de personas, con una superficie de 365 km2. Es Gaza, la Franja de Gaza donde vive población palestina y donde el hambre, la sed, las heridas, las enfermedades y el terror son el pan de cada día.


Las indignaciones


Una incursión, un hecho sangriento, marcaron un proceso que se podría definir el comienzo de la segunda Nakba (catástrofe en árabe) del pueblo palestino. La primera fue entre 1947 y 1948 a raíz de la guerra árabe-israelí que signó el nacimiento del Estado de Israel y la expulsión de 700.000 palestinos de sus hogares y tierras y la destrucción de 500 de sus pueblos. 

La incursión y el hecho sangriento tuvieron lugar el 7 de Octubre del 2023. La rama militar de Hamas, grupo calificado de terrorista que gobierna la Franja de Gaza, lanzó un ataque en territorio gobernado por Israel, que causó la muerte de unas 1200 personas y la captura de 251 rehenes que se convirtieron posteriormente en moneda de cambio: liberación de palestinos presos en las cárceles israelíes por liberación de israelíes en manos de Hamas. 

La razón del ataque, según Hamas, fue denunciar la constante ocupación y colonización de territorios palestinos y las atrocidades cometidas por Israel contra su población.

El avance del Estado de Israel en territorio palestino 1946-2024


Lo que pasó ese 7 de octubre suscitó indignación a nivel internacional por un lado, y por el otro desencadenó la respuesta mortífera de Israel, cuya reacción pasó de la represalia a la venganza y de la venganza al exterminio.  

El conflicto contra Hamas se convirtió en una guerra contra la población civil que vive en un territorio cercado por alambrados y mar, convertido en una trampa sin  escapatoria.

A la indignación inicial siguió otra indignación por la actuación feroz de Israel en la Franja que empezó a causar muerte y destrucción sin par con la supuesta finalidad de aniquilar a todos los integrantes de Hamas escondidos entre la población. 

Esta estrategia basada en incursiones por aire y tierra, con la avanzada de las tropas israelíes en el territorio, dio como resultado la eliminación de varios líderes y supuestos milicianos de Hamas, pero también la muerte, según cifras actualizadas, de más de 52.000 palestinos y unos 118.000 heridos, hombres, mujeres y niños. 

Estos  últimos convertidos en  blancos en un intento no sólo de matar a posibles futuros adherentes a Hamas, sino de matar el futuro de una población a secas. 

Mujeres y niños constituyen el 60% de las víctimas. Hubo revuelo a nivel mundial y una catarata de acusaciones contra el gobierno israelí, que llevó a la Corte Penal  Internacional, CPI, a formular la acusación contra el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, de crímenes de guerra y ordenar su captura internacional. 

Esta orden no está siendo respetada por algunos países como los Estados Unidos, China, Rusia, Israel, que no reconocen a la CPI o Hungría, por ejemplo, que desde los primeros días de abril se retiró de la misma, asestando un golpe más al maltrecho derecho internacional. 

A pesar de las voces que se levantaron en contra de la actuación de Israel, la indignación se fue diluyendo. Problemáticas emergentes distrajeron la atención de un conflicto que como tantos otros avergüenza a la humanidad. La distrajeron y la enturbiaron.


Los distractores y las guerras

Llegó Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos y con él una serie infinita de iniciativas tendientes a desmantelar institucionalidades al interior de su país y a poner patas arriba al escenario internacional. Su decisión de arancelar productos importados por los Estados Unidos desestabiliza el sector económico-financiero, atenta contra la globalización, causa tensiones entre países, fomenta la escalada de tensión con China, con sabor a guerra comercial, aunque el mismo Trump, fiel a su estilo, vio la necesidad de poner paños fríos en algunos casos ante el descalabro. 

La atención de todos los medios a nivel mundial se ha dirigido a estos temas, ya que la vida de la humanidad está regida en este sistema-mundo por los vaivenes financieros. Los otros temas como la tragedia de Gaza pasan por lo tanto a un segundo plano. 

En otras latitudes, el continente europeo se encuentra entrampado entre los aranceles trumpianos, la crisis económica, el “abandono” de los EE.UU hasta ayer su gran aliado, sin una política realmente independiente del gigante americano, la posibilidad de que las grietas existentes fracturen a una (des)Unión Europea y la guerra entre Rusia y Ucrania, que tiene su propio condimento. Éste es el fantasma eterno del oso ruso que quiere devorarse a Europa entera, y que puebla las pesadillas de los líderes de la UE. 

Los gobiernos se sienten empujados a armarse y eventualmente a desplegar un paragua atómico gentilmente ofrecido por Francia. El clima es de guerra  y no solamente en Europa. Conflictos asechan por doquier. Se asiste a una permanente movilización de armamentos y hombres, hay ejercicios intimidatorios diseminados en el planeta, perfeccionamiento de plataformas ya insertadas en el desenvolvimiento de los conflictos para la felicidad de los fabricantes de armas y la industria tecnológicas. 

Todos quieren mostrar los músculos mientras la situación internacional se agrava y los medios de información se centran en las tensiones mundiales. 

En este aquelarre Gaza pasa a un segundo plano, mientras los espacios de negociación entre Israel y Hamas en busca de una solución parecen debilitarse cada vez más. Nada funciona, ni el alto del fuego, ni la intervención de mediadores, ni los intercambios de gota en gota de los rehenes. 

Lo que sigue funcionando son las órdenes a la población de  desplazamientos forzosos, los bombardeos que no perdonan a hospitales, escuelas, campamentos de refugiados, las muertes de periodistas, de personal médico, los bloqueos intermitentes del ingreso de ayuda humanitaria, comida agua medicamentos. 

El ejército israelí en su avanzada ya ha ocupado un tercio del territorio y ha formado tres corredores, el Philadelphia fronterizo con Egipto por donde ingresa o se bloquea la ayuda humanitaria, el Netzarim y el Monrag que dividen en tres parte la Franja, impidiendo la circulación de la población civil a los largo del territorio. 

La finalidad parece ser el control, la ocupación total y finalmente la expulsión, o en su defecto el exterminio, de la población palestina de la Franja para deportarla a otros países. Se barajaron los nombres de Egipto y Jordania que se negaron rotundamente, mientras los países árabes rechazaron en bloque la propuesta.


Interrogantes y claroscuros 

Tres días antes del 7 de octubre, Egipto avisó oficialmente a Israel de un posible ataque de Hamas. Las agentes mujeres de la inteligencia interior israelí que trabajaban en la zona limítrofe entre la Franja e Israel, advirtieron que se estaba preparando algo muy fuerte. Ambas advertencias fueron desatendidas por el Servicio de Seguridad General, Shin Bet, a pesar de que  ya se habían conocido en el 2018 planes para invadir Israel desde Gaza. 

El Shin Bet admitió, después de una investigación exhaustiva, que si bien hubo imprevisión de parte de la agencia, hubo responsabilidades políticas de parte del gobierno, acusación que Netanyahu rechaza categóricamente, afirmando no haber sido advertido. 

A Hamas se le imputa de recibir armas y apoyo financiero de Irán, sin embargo actualmente, el primer ministro de Israel debe responder a una indagatoria según la cual su gobierno habría permitido la financiación de parte de Qatar al grupo que ejerce su poder en Gaza políticamente enfrentado a la Autoridad Palestina que administra Cisjordania. 

El objetivo del gobierno de Israel era reforzar Hamas para profundizar las diferencias políticas entre este grupo y la Autoridad Palestina para debilitar internamente la lucha del pueblo palestino y su reconocimiento como estado a nivel internacional. A esta sospecha se añade otra. 

A pesar de los pedidos de los familiares de los rehenes y una parte cada vez más numerosa de la sociedad israelí, de llevar adelante negociaciones con Hamas para que los rehenes vuelvan a su casa, la política destructiva del gobierno sigue y no garantiza ni la vida ni la libertad de ellos. 

Se ha llegado entonces a insinuar que la prolongación de la crisis es una fuga para delante de Netanyahu que siguiendo en el cargo está eximido de sentarse en el banquillo de los acusados y enfrentar la justicia por soborno, fraude y delitos de confianza que les fueron atribuidos en el 2019. Sin embargo, más allá de estos hechos, hay otras cuestiones a nivel global a tomar en consideración.


Gaza y más allá de Gaza

La Franja es de los palestinos. Pero los proyectos que hay detrás no prevén palestinos, sino la ampliación de Israel que incluye no sólo Gaza, sino la Cisjordania donde la población palestina está siendo hostigada, agredida, echada de sus casas por ejército, colonos israelíes, judíos ortodoxos de extrema derecha movilizados en una supuesta defensa en contra de elementos terroristas que se habrían establecido en la zona. 

Con la destrucción de Gaza y  la deportación de la población con los objetivos de construir en la Franja un canal alternativo al de Suez que reportaría grandes ganancias a Israel o/y la construcción de un “resort” para millonarios, bautizado Riviera del Mediterráneo ideado hace tiempo por Jared Kushner, el yerno de Donald Trump, hay una intencionalidad geopolítica de mayores dimensiones: el rediseño del Medio Oriente que se insertaría en un momento de la historia de la humanidad en la que se asiste a un reseteo del poder a nivel global. 

Los enfrentamientos con el grupo Hezbollah en el sur del Líbano, los bombardeos de Beirut, los bombardeos en Siria y las incursiones en estos dos países por el ejército israelí, las tensiones en crescendo con Irán, los ataques aéreos de los Estados Unidos a Yemen, donde los Huties se han insertado en el conflicto apoyando la lucha de los gazetíes, parecen indicarlo. 

La situación en la Franja se convierte por lo tanto en una pieza más en un entorno que es un polvorín, perdiendo el lugar central de la atención distraída además por la irrupción de un conflicto de alto voltaje que involucra en Asia a dos potencias nucleares, India y Pakistán.


La censura

Por eso Gaza se convierte en una guerra más. Pero no lo es. Es una masacre de civiles, un exterminio que requiere atención y denuncias mundiales. 

El clamor inicial se apagó aunque siguen las denuncias de Naciones Unidas y de algunos países como Jordania que recientemente presentó una denuncia ante la CPI en defensa de los derechos del pueblo palestino. Las manifestaciones en apoyo a Gaza han sufrido censuras y hasta prohibiciones como en los Estados Unidos. 

Las universidades donde se han manifestado grupos a favor de la Franja y en contra del gobierno de Netanyahu han sufrido recortes presupuestarios y los estudiantes extranjeros que participan de ellos están amenazados de expulsión y deportación. 

Censura, silenciamiento están además sustentados en una opinión con sabor a dogma que tiene un gran impacto político. Criticar, disentir, denunciar la política del gobierno de Netanyahu con referencia a la Franja es equiparable a ser antisemita. 

El axioma es profunda e insidiosamente falso, asimila un odio racial hacia un pueblo a la discrepancia a una política gubernamental. 

Muchos países caen en esta trampa por la mala conciencia derivada de un vergonzoso pasado de persecución y exterminio del pueblo judío, lo cual no debería habilitar el exterminio de otro pueblo, el palestino, de parte de los descendientes de las víctimas de esas atrocidades.




MOPASSOL



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